
El credo más antiguo y universal de la Iglesia cristiana
Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso, desde donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
El Credo Apostólico es el credo más antiguo y universal de la Iglesia cristiana. Aunque no fue escrito directamente por los apóstoles, refleja fielmente la enseñanza apostólica y se desarrolló gradualmente en los primeros siglos de la Iglesia.
Su forma actual se estableció aproximadamente en el siglo VIII, pero sus raíces se remontan a las confesiones bautismales de la Iglesia primitiva. Los nuevos creyentes recitaban este credo al ser bautizados, declarando públicamente su fe en la Trinidad.
El credo está organizado en tres secciones principales, correspondientes a las tres personas de la Trinidad:
"Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra"
La sección más extensa del credo, que abarca toda la obra de Cristo:
"Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna"
El Credo Apostólico es más que una simple declaración de fe; es una confesión que:
El Credo Apostólico se utiliza en:
En un mundo de relativismo y confusión espiritual, el Credo Apostólico nos ancla en las verdades eternas del evangelio. Nos recuerda que nuestra fe no se basa en sentimientos o experiencias subjetivas, sino en hechos históricos y verdades objetivas reveladas por Dios.
Al recitar este credo, nos unimos a millones de creyentes a lo largo de la historia que han confesado la misma fe, y nos conectamos con la Iglesia universal de todos los tiempos y lugares.
"Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2:5).